Distinciones básicas de la Felicidología

por Daniel Seisdedos

Publicado en 05/04/2021 5:00 pm

El Felicidologo - Felicidad y Bienestar

Qué es la Felicidología y cuáles son algunas de sus principales distinciones. Principalmente, en que se diferencian la alegría y la felicidad.

Acuñé el concepto de “Felicidología” y el adjetivo de “felicidólogo” en 2011. La Felicidología es el estudio y la práctica de la felicidad. Busca comprenderla y vivirla como algo más allá de una época y de forma más concreta que abstracta.

El logotipo de este concepto muestra tres caras: una triste o adolorida, una indiferente o serena y una sonriente o alegre. Tienen el sentido de comunicar que, en los tres casos, una persona puede ser feliz. la felicidad no se relaciona con la emoción o el estado de ánimo del momento. Es un estado más profundo y permanente.

Me llama la atención que no existiera un concepto para “el estudio de la felicidad” o “la práctica de la felicidad”, lo cual probablemente tiene que ver con que la felicidad ha sido estudiada históricamente no por una disciplina, sino por muchas. Y, más que estudiada, ha sido opinada. Existen innumerables definiciones de la felicidad. Filósofos, psicólogos, economistas, educadores, personas de cualquier profesión u oficio podrían tener una definición de felicidad.

De hecho, me ha tocado ver tantas, que afirmo que no existe acuerdo, ni siquiera en la comunidad de psicólogos, sobre qué es la felicidad. Si bien la mayoría de ellos coincide en algo así como “un estado mental subjetivo de bienestar”, existen varias teorías distintas sobre qué es y qué la produce.

La felicidad como camino y no como destino.

Tengo mi propia teoría de la felicidad. Creo que esta teoría, basada en decenas de autores y cientos de conversaciones con personas en mis talleres, puede ser un comienzo en la búsqueda de una comprensión más profunda del concepto y del fenómeno de la felicidad.

Fue en 1997 cuando redacté mi misión en la vida. Le hice caso a mi gran maestro literario Stephen Covey, que en paz descanse. En su libro Los siete hábitos de la gente altamente efectiva invita al lector a redactar una misión personal, tal como las organizaciones tienen su misión institucional. Y mi misión es esta: “Ayudar a otras personas a ser más felices y autorrealizadas”. El prefijo “auto” lo introduje hace menos tiempo, en 2008. Fue para reforzar que la realización personal, en la vida, es principalmente responsabilidad propia, más allá de las circunstancias que nos toca vivir. En otras palabras, la proactividad.

Para esta teoría, me baso en 20 años trabajando en la felicidad, primero como profesor universitario y luego, desde 2001, como consultor de organizaciones y a mis estudios de los últimos 4 en Psicología Positiva. Eso ha implicado conversar del tema con miles de personas en talleres de aprendizaje.

Felicidad es un estado de profunda conexión con la esencia de la vida. Dicha esencia considera una combinación entre dolor y amor. La vida tiene momentos desagradables y momentos agradables, tiene oscuridad y tiene luz, dificultades y bendiciones.

Es clave aprender a aceptar. Mientras más peleamos contra la vida, más infelices somos. Hay una gran diferencia entre aceptar y resignarse. Aceptar nace de decidir. Resignarse surge de estar obligado. Y ya en hacer las cosas no por obligación, sin por decisión hay una base cierta para sentir ese “bienestar interno o psicológico básico”, como algunos definen a la felicidad. Es necesario hacer algunas distinciones.

Plenitud en vez de “planitud”

Ser feliz es vivenciar ese estado de profunda conexión con la esencia de la vida. La felicidad es conexión, aceptación, una tranquilidad profunda que da la paz de no estar peleando. La felicidad es plenitud en vez de planitud. Felicidad es un estado de centramiento y equilibrio superior a los avatares de la vida. Felicidad es vivir a concho.

Ser feliz es aceptar lo que venga, sea positivo o negativo, y tener un bienestar interior permanente, más allá de las circunstancias. Desde la Psicología Positiva, se ha descubierto que lo que llamo “estado de conexión o aceptación” tiene mucho que ver con el agradecimiento. Cuando agradecemos lo que la vida nos da, podemos estar siempre en dos acciones centrales: disfrutando (cuando las situaciones son agradables) y creciendo o aprendiendo (cuando las situaciones son desagradables).

Ser feliz es pasar del “por qué a mí” al “para qué a mí”. Somos felices cuando, en vez de despotricar contra aquellas circunstancias duras, las aceptamos y nos preguntamos: “¿Qué es lo que la vida me quiere decir”? O bien: “¿Qué es lo que necesito aprender de todo esto?”. Descubrir el “para qué” de las cosas muestra nuestro nivel de madurez. Algunos lo tienen ya de niños, otros lo alcanzan de jóvenes, otros de viejos, y algunos desperdician su vida renegando de ella en vez de aprovecharla para crecer. Necesitamos, en las situaciones difíciles, encontrar el sentido de esas circunstancias. El sentido está muchas veces dado por el aprendizaje.

Y afortunadamente tenemos la capacidad de la resiliencia. Ser feliz es el camino de tomarse la vida como una escuela de crecimiento personal cuando no la estamos disfrutando.

Por eso, afirmo que la felicidad es un camino, no es el objetivo de la vida. La felicidad es una forma de vivir la vida: estando conectado y reconciliado con la vida.

Creo que el objetivo de la vida es la autorrealización, es decir, convertirnos en el mejor ser que podamos ser. No en una lucha por ser mejores, sino en un florecimiento de nuestras potencialidades: desarrollar todo aquello que esté en nuestras manos desarrollar. Se relaciona con la parábola de los talentos. La Psicología Positiva habla de “fortalezas”. El objetivo de la existencia es ser el ser que podemos ser. No somos responsables de cómo llegamos al mundo pero sí de cómo nos vamos de él. Y esa responsabilidad no debe ser vista como una carga, sino como una oportunidad hermosa.

Felicidad es también una actitud de agradecimiento. Somos felices cuando dejamos de reclamar y nos ponemos a agradecer y a hacer a partir de lo que sí tenemos y no de lo que no tenemos. Felicidad no es hacer lo que queremos, sino querer lo que hacemos. Cuando aprendemos eso, podemos alcanzar el desafío de hacer lo que queremos. Pero la felicidad está en la primera actitud (agradecimiento, aceptación, amor), no al final del camino. La felicidad no es el destino, sino el camino. No es un objetivo ni un fin, como señaló erradamente Aristóteles, sino una manera de vivir.

La alegría es otra cosa

Ser alegre, en cambio, es una cuestión de temperamento. Hay personas de temperamento sanguíneo. Normalmente ellas son las que están más permanentemente en el estado de ánimo de la alegría. Es porque les nace. La alegría no tiene que ver necesariamente con la felicidad. La alegría es una emoción. Aunque muchos dicen: “Siento alegría, siento felicidad”, como una extensión de lo mismo, en mi opinión no es así. La alegría, como emoción, se puede convertir en estado de ánimo, que es una sensación mantenida en el tiempo. Pero no es lo mismo el estado de alegría que el de felicidad.

Estudios de Psicología Positiva demuestran que las personas alegres son alrededor de la mitad. Y afirman que, si alegría y felicidad fueran lo mismo, la felicidad estaría vedada para el 50% de la humanidad. Yo creo que todos somos potencialmente felices. La felicidad, una actitud y una manera de vivir, no es sinónimo de alegría.

La alegría es una emoción, considerada una de las emociones básicas, en efecto. Es más apropiado, incluso, decir: “Estar alegre”, porque la emoción es una sensación, por definición, más bien efímera.

Entonces, planteemos algunas ideas ancla para no volver a confundir felicidad con alegría y no pensar que para ser feliz hay que “andar con la cara llena de risa”:

– Ser feliz es tener un estado básico de conexión con la vida, sea lo que sea que nos esté tocando vivir. Y la felicidad es un camino que nos facilita llegar a un objetivo mayor: el del crecimiento personal, la autorrealización o, como se denomina en Psicología Positiva, el “florecimiento”.

– Ser alegre es tener la alegría como estado de ánimo principal. Una persona puede ser alegre y no ser feliz. ¿Qué procesión llevan por dentro personas de temperamento alegre, pero que están desconectadas de la esencia de la vida? El dicho “Al mal tiempo, buena cara”… ¿implica que nuestra alma sea feliz cuando ponemos la “buena cara”? También se puede dar que una persona sea alegre (su manera de ser), pero que esté profundamente triste, viviendo en profundidad (y en superficie) su emoción de la pena. Una persona puede estar muy triste y ser feliz o estar muy triste y ser alegre.

– Finalmente, estar alegre o, como decimos más frecuentemente, estar “contento”, es sentir alegría en un instante determinado. En efecto, la alegría es una emoción; por lo tanto, momentánea por definición. Cualquiera puede estar tremendamente alegre (sentirse contento) y no ser una persona alegre ni tampoco una persona feliz.